He hablado con ella. Traté temas místicos, le comenté sobre los valores humanos e indagué sobre el porvenir de la humanidad.
Sus respuestas fueron contestadas con mis preguntas.
A golpe de espejo, la experiencia no se sabe mojar. Muy mayor ya, dice que sobrevive a base hechos y vivencias acumuladas en las cuales no diferencia verdad.
A lo largo de mi vida he tenido la oportunidad de hablar con grandes barbudos; antiquísimas piezas de porcelana que antes formaban parte del mayor museo de valores humanos y que al sol de hoy, sus millones de fragmentos pertenecen al mercado negro.
La sabiduría, la consciencia, la valentía y unas calles más allá la solidaridad, eran vecinas del barrio que con sus chismes se alimentaban unas a otras y conformaban la felicidad.
Hoy, entre lágrimas, estas chicas que visten arrugas confiesan que su única esperanza es encontrar un reality que las vuelva a juntar.
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